Emma tenía casi tres años cuando sus padres notaron que no hablaba como otros niños de su edad; en cambio, corría de un lado a otro de la casa. Preocupados, sus padres decidieron hacerle pruebas. El diagnóstico fue TEA (Trastorno del Espectro Autista).

“Nos entregamos por completo; hasta el punto de convertirme en Terapeuta Conductual Registrada”, dijo la madre de Emma. Convertirse en Técnica de Conducta Registrada no fue fácil, pero era la mejor manera que conocía para comprender y ayudar a Emma. Se sumergió en el aprendizaje y aplicó todas las estrategias posibles para apoyar a su hija. Con tiempo, paciencia y amor, el progreso de Emma fue notable. Empezó a hablar, y su voz llenaba la casa de palabras y risas. Aprendió a trazar y a escribir su nombre sola.

El amor de Emma por cantar y Disney es inigualable; en especial por cantar canciones de Disney. Los bocadillos eran otra de sus pasiones. Las bolsitas de queso y fruta, o como ella las llama “pouchy”, siempre estaban a su alcance.

A pesar de los desafíos, el espíritu de Emma era inquebrantable. Su madre la describió como una persona atrevida pero llena de amor. Cada día, Emma mostraba más de su personalidad, llenando su hogar con su singular estilo de vida. Aquí en el centro, la describimos como “un estado de ánimo”.

El camino de Emma está lleno de amor constante, determinación y victorias. Su familia la apoya en cada paso, por pequeño que sea. Con cada palabra que pronunció, cada canción que cantó y cada letra que trazó, Emma demostró que era capaz de cosas extraordinarias.

En un mundo que a menudo no la entendía, Emma destacó, no sólo por sus desafíos, sino por su increíble espíritu y su infinita capacidad de amar.